Caras vemos, mascotas no sabemos. Si la literatura maneja la realidad en su narrativa, es imprescindible rodearla de aquello que la hace verosímil. Basta con echar una ojeada alrededor para saber que esas criaturas, a veces domésticas, fieles, cariñosas y otras veces verdaderamente feroces y amedrentadoras, están presentes como personajes, ya sea secundarios o principales.