Por Fabrizio Mejía

En una escena al pie de la tumba de Pakal en Palenque, el antropólogo Diego Prieto y el Presidente de la República conversan sobre ética y moral. Es una escena del primer capítulo del Tren Maya, Mar adentro, de Epigmenio Ibarra. En esa charla, Prieto enlista los valores acopiados y guardados por las comunidades indígenas mexicanas: la reciprocidad, “lo que se recibe, se tiene que devolver”; la comunalidad, “vivimos en comunidad y, por tanto, el interés colectivo prevalece por sobre el interés personal”; el trabajo colectivo y colaborativo, “el tequio, la mano vuelta, la faena, donde ahora vamos a hacer tu casa y, luego venimos, y me ayudas a hacer la mía”; el honrar la palabra, “ya no es cómo engaño al otro”; la economía del prestigio y no de la acumulación, “el que tiene mucho, lo ofrece a los demás, a través de las mayordomías, de las fiestas o a través de esta clase de estas obras que no son suntuarias, sino identitarias y de prestigio, “quiere decir que yo tengo la confianza, la credibilidad de mi pueblo, de mi comunidad”.

Por Columnas

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