Tal vez por mucho en Estados Unidos de América, el día de Acción de Gracias es la tradición más arraigada en la cultura estadounidense, mucho más que la navidad, el día de independencia y tal vez hasta podríamos agregar que el Super Bowl, ya que dicha celebración se remonta a épocas en que la nación estaba apenas estructurándose en colonias y tiene mucho que ver con su fundación.

Para el año 1621, casi 15 años después de la llegada de los primeros colonos ingleses a Norteamérica, se registra el primer día de Acción de Gracias en Plymouth, Massachusetts, quienes celebraron por tres días consecutivos la primera cosecha, consecuente a un año anterior donde el invierno terminó con casi la mitad de la población de Pilgrims a causa de una hambruna. Miembros de la tribu Wampanoag enseñaron a los colonos cómo cultivar y cosechar maíz, cebada y calabaza, por lo cual fueron invitados a la celebración en donde intercambiaron alimentos basados en animales de caza por parte de los nativos y animales de granja por parte de los colonos y organizaron un banquete en forma de agradecimiento por las bendiciones recibidas de Dios.

Fue el mismo George Washington quien proclamó el día de Acción de Gracias como una festividad nacional en 1789, pero no fue hasta 1863 que Abraham Lincoln proclamó que el último jueves de noviembre quedara establecido como la fecha oficial para dicha celebración.

Los años han pasado y es el día de Acción de Gracias la fecha en que más se moviliza la población americana por todo el país para celebrar y compartir con sus seres queridos, familiares cercanos, y amigos, platillos típicos entre los que se destacan el pavo, pastel de calabaza, pure de papa, gravi, stuffing, ejotes y salsa de arándanos.

Tengo la fortuna de haber emigrado ya hace 15 años a la que tal vez es la región agrícola más grande en toda la unión americana, el valle central de california mejor conocido como EL VALLE DE SAN JOAQUIN, donde se asienta una de las poblaciones más grandes de migrantes mexicanos que en su mayoría provienen de Michoacán, Jalisco, Guanajuato, Oaxaca, Nayarit y Guerrero. Para los trabajadores del campo, debido a su giro laboral, la fecha de Acción de Gracias no puede pasar desapercibida y como buenos mexicanos, fiesteros, alegres y fieles a nuestras creencias, ¿cómo desaprovechar la oportunidad de celebrar con nuestros seres queridos, compartir comida y agradecer a Dios por las bendiciones recibidas?

Es maravilloso vivir estas fechas en esta región del país rodeado de toda la diversidad cultural que nuestra nación mexicana puede brindar. A lo largo de estos 15 años he tenido la dicha de cultivar amistades con personas de las regiones anteriormente mencionadas, y he podido compartir esta fecha en compañía de sus familias. He visto que como buenos mexicanos nos amoldamos a las costumbres del país que nos ha brindado la oportunidad de prosperar, no sin agregarle nuestro sabor y aporte cultural.

He cenado desde la comida estadounidense tradicional de Acción de Gracias hasta pozole blanco guerrerense, de pavo por supuesto, mole negro oaxaqueño, de pavo cabe mencionar, tamales guanajuatenses rellenos de pavo no podría faltar, ochepos de Michoacán, aguachile nayarita, barbacoa, carnitas y no podía faltar la contribución coahuilense de su servidor llevando nuestra tradicional discada con tortillas de harina y una salsa borracha.

Por lo general la celebración en una familia tradicional estadounidense se da en un círculo pequeño muy cerrado. En casa, la vestimenta puede ir desde pijamas hasta lo mas casual y cómodo, terminar a tempranas horas de la noche y posteriormente preparase para las compras del tan famoso Black Friday al siguiente día.

Para nosotros es la oportunidad de dejar a un lado nuestras ropas de trabajo y lucir nuestras mejores ropas, desde sombreros vaqueros, cinturones piteados, botas vaqueras, nuestros mejores jeans, camisas suéteres, chamarras y zapatos; sin mencionar las mujeres sus vestidos, zapatos y bolsas de marca, maquillaje, en fin, una noche de gala.

Por supuesto la fiesta no termina temprano, familiares, amigos y recién llegados apenas conocidos son invitados a la celebración. El baile puede ser amenizado por una Bocina y un teléfono celular, la contratación de un DJ o aquel que contrató un trio norteño o banda sinaloense. La bebida no puede faltar, desde las marcas de cervezas nacionales mexicanas, tequila, el pulque o mezcal que trajo un pariente con posibilidades de viajar a su tierra la última vez que visitó su pueblo o ciudad.

Y claro, todos también se preparan para las compras del Black Friday, en el país con mayor consumismo del mundo sería ir en contra de la tradición, hay que aprovechar las ofertas previas a la navidad, pero como buenos mexicanos nos vamos en la madrugada directito del baile a nuestra siguiente obligación.

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